The Cub. Análisis para Nintendo Switch

The Cub es una obra de plataformas con un fuerte componente narrativo que busca reconectar con la esencia de los videojuegos clásicos de SEGA, pero trasladando esa fórmula a una era moderna. Desarrollado por Demagog Studio y publicado digitalmente por Untold Tales, el juego se caracteriza por una ambientación postapocalíptica teñida de nostalgia, emociones y crítica social. The Cub nos propone una experiencia de parkour, supervivencia y descubrimiento.

 

 

La narrativa ambiental y la poderosa dirección artística lo distinguen entre los juegos de su tipo. No se trata solo de superar niveles o saltar entre plataformas, sino de adentrarse en un mundo devastado que susurra su historia a través de los restos de lo que alguna vez fue la civilización. Este enfoque se ve reforzado por su banda sonora envolvente, proporcionada por Radio Nostalgia de Marte, una emisora ficticia que mezcla música apocalíptica relajada con testimonios introspectivos de los supervivientes humanos que habitan el planeta rojo.

La jugabilidad sencilla pero efectiva, un diseño artístico muy cuidado, y la capacidad de contar una historia sin depender de diálogos extensos, convierten a The Cub en una obra que cautiva tanto a jugadores veteranos como a nuevos. Su protagonista, un niño criado en un mundo inhóspito, representa el último eslabón de la humanidad abandonada, y a través de sus ojos descubrimos no solo un entorno peligroso, sino también profundamente emotivo.

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Historia en The Cub

 

La narrativa de The Cub se desarrolla en un mundo devastado por la Gran Catástrofe Ecológica, un evento que marcó el colapso del equilibrio planetario y dividió a la humanidad de forma irreversible. En esta distopía, los ricos y poderosos abandonaron la Tierra para sobrevivir en Marte, dejando atrás a los menos afortunados. En medio de esta tragedia ambiental, un niño logró sobrevivir en solitario, desarrollando inmunidad a las condiciones extremas del planeta. Años más tarde, los exiliados regresan en una misión de reconocimiento y descubren al niño. Pero en vez de acercarse en son de paz, inician una implacable cacería, y así comienza la frenética huida del protagonista.

 

 

Este relato es una poderosa metáfora sobre el abandono, el clasismo y la resiliencia. El niño no tiene nombre ni habla, pero su presencia lo dice todo: representa la última chispa de la humanidad natural, libre de codicia y conectada con la Tierra. La persecución no es solo física, sino también simbólica. Es el enfrentamiento entre el pasado irresponsable y el futuro esperanzador.

 

 

Lo más interesante de la historia es cómo se cuenta. The Cub no utiliza cinemáticas extensas ni diálogos innecesarios. Se basa en la narrativa ambiental, en los restos de ciudades, en las ruinas tecnológicas y en las pequeñas pistas que nos hablan de lo que fue el mundo. Cada nivel, cada estructura derruida, cada objeto abandonado cuenta una parte de la historia.

 

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Jugabilidad de The Cub

 

La jugabilidad en The Cub se sustenta en los cimientos clásicos del género de plataformas, pero con una estética y ritmo muy contemporáneos. El jugador controla a un niño ágil y resiliente que recorre un mundo en ruinas mediante mecánicas de parkour, saltos precisos, escaladas y deslizamientos. La experiencia recuerda a los juegos de plataformas de la era de 16 bits, pero con una fluidez y presentación visual mucho más refinada.

 

 

A lo largo de los niveles, se presentan desafíos de habilidad que incluyen obstáculos naturales, plataformas móviles, enemigos y situaciones de persecución donde hay que pensar y reaccionar con rapidez. Aunque los controles son generalmente precisos, se han reportado algunos problemas al momento de calcular la altura de los saltos o al interactuar con ciertas superficies, lo cual puede generar momentos frustrantes. Sin embargo, estas imperfecciones no llegan a empañar el conjunto, sino que aportan una dosis de dificultad que refuerza la sensación de supervivencia.

 

 

Lo más destacado es que la jugabilidad no se basa solo en superar obstáculos, sino también en explorar y descubrir secretos. Hay múltiples coleccionables dispersos por los escenarios que añaden valor a la rejugabilidad: desde libros hasta cápsulas de datos y objetos misteriosos, cada descubrimiento aporta contexto al mundo de The Cub.

 

 

Además, el ritmo del juego está cuidadosamente equilibrado entre momentos de acción y secciones más contemplativas. La banda sonora juega un papel crucial en este sentido, ya que acompaña el progreso del jugador con una calma melancólica que invita a la reflexión. No se trata de correr hacia la meta, sino de saborear cada paso del viaje, cada rincón del paisaje devastado.

 

Mecánicas de The Cub

 

En The Cub, las mecánicas no solo sirven para avanzar, sino que están profundamente integradas con la narrativa y el diseño del mundo. El sistema de movimiento es dinámico, basado en acciones como correr, saltar, trepar, columpiarse y esquivar, pero siempre dentro del contexto de un entorno salvaje, hostil y cambiante. La mecánica central podría describirse como una mezcla entre parkour ligero y exploración lineal, aunque con suficiente variedad como para no volverse repetitiva.

 

 

Una de las mecánicas más relevantes es la resolución de puzles medioambientales. No se trata de acertijos complejos, sino de pequeños desafíos que requieren observar el entorno, usar elementos interactivos y manipular objetos para desbloquear caminos. Estos rompecabezas aportan una pausa al ritmo frenético de las persecuciones y enriquecen la inmersión en el mundo. Su sencillez hace que sean accesibles, pero su integración narrativa los vuelve significativos.

También existen mecánicas de persecución, donde el jugador debe reaccionar rápidamente a amenazas repentinas, como enemigos humanos, animales salvajes o trampas naturales. Estos momentos aumentan la tensión, pero están bien balanceados para no saturar. Otra mecánica interesante es la recopilación de coleccionables, ya que no solo son objetos para completar un porcentaje, sino piezas que revelan más sobre el mundo perdido, incentivando la exploración minuciosa.

 

 

El diseño del personaje responde bien, pero se exige cierta precisión en movimientos específicos, lo que puede generar errores si no se calcula bien el tiempo de salto o el ángulo de caída. Esto no es necesariamente negativo, ya que obliga a dominar las mecánicas y proporciona una sensación de progreso personal.

 

Apartado audiovisual en The Cub

 

El apartado audiovisual de The Cub es, sin duda, uno de sus mayores logros. Desde el primer momento, el juego logra transportar al jugador a un mundo decadente y hermoso a partes iguales, gracias a una combinación impecable de dirección artística, animación y sonido. El juego ha sido diseñado con una clara inspiración en las películas animadas clásicas de finales de los años 90, como Atlantis, Tarzán o El camino hacia El Dorado, lo que se nota tanto en el estilo de los personajes como en la paleta de colores utilizada en los escenarios.

Cada nivel ofrece una estética única, con paisajes que van desde desiertos urbanos y fábricas oxidadas hasta cavernas bioluminiscentes y bosques mutantes. Estos escenarios no solo están bien diseñados, sino que también comunican sensaciones e historia. La decadencia de los entornos habla por sí sola, revelando pistas sobre lo que ocurrió tras la catástrofe ecológica. Todo esto está ilustrado con un estilo de dibujo a mano que recuerda a la serie Primal de Genndy Tartakovsky, con líneas expresivas y detalles que refuerzan el carácter salvaje y orgánico del mundo.

 

 

En cuanto al sonido, destaca especialmente Radio Nostalgia de Marte, una emisora que acompaña al jugador con una mezcla de música melancólica y relatos de los supervivientes en Marte. Esta banda sonora no solo embellece la experiencia, sino que también aporta una capa narrativa adicional. La música, relajante pero cargada de significado, crea un contraste interesante con los peligros que enfrenta el niño protagonista, y ayuda a mantener un tono reflexivo incluso durante los momentos de mayor tensión.

Los efectos de sonido son también muy efectivos, desde los gruñidos de los animales mutados hasta el crujido de estructuras oxidadas.

 

Edición Física The Cub – Back to Earth Edition

 

The Cub – Back to Earth Edition representa una propuesta muy especial para los coleccionistas y amantes del formato físico. Esta edición, desarrollada y distribuida por Meridiem Games, no solo ofrece una forma tangible de disfrutar del juego en Nintendo Switch, sino que también incluye contenido adicional que amplía la experiencia artística y emocional que ofrece el título.

Lo primero que llama la atención es su cuidada funda especial, la cual presenta un diseño exclusivo que refleja perfectamente la esencia visual del juego: un entorno devastado, dominado por la naturaleza, con el niño protagonista en actitud desafiante o contemplativa. Este tipo de presentación física no solo atrae visualmente, sino que también funciona como un homenaje a la importancia del arte en los videojuegos.

Además, la edición incluye la banda sonora digital del juego, lo que permite a los jugadores revivir la experiencia emocional de Radio Nostalgia de Marte fuera del contexto del gameplay. Es un valor añadido significativo, considerando el peso narrativo y ambiental que tiene la música dentro del juego. Poder escuchar esas melodías introspectivas en cualquier momento ayuda a reforzar el vínculo emocional con el universo de The Cub.

El tercer elemento incluido es un libro de arte, que recopila ilustraciones, bocetos y posiblemente comentarios de desarrollo. Este tipo de material no solo es ideal para quienes disfrutan del arte conceptual, sino también para quienes desean entender el proceso creativo detrás del juego. La dirección de arte de The Cub es tan distintiva que tener acceso a este contenido amplifica la apreciación por los detalles visuales que hacen único al juego.

 

 

En una época donde lo digital domina, esta edición física se presenta como una propuesta nostálgica pero valiosa.

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Conclusión

 

The Cub es mucho más que un homenaje a los juegos de plataformas clásicos: es una fábula postapocalíptica profundamente emocional, un experimento narrativo cargado de crítica social y un viaje visual y auditivo memorable. A través de su historia minimalista pero poderosa, nos habla del abandono, de la resiliencia humana y del precio de la desigualdad. En medio de un paisaje devastado, nos invita a reflexionar sobre lo que queda cuando todo se pierde… y sobre lo que realmente vale la pena conservar.

La jugabilidad sencilla pero bien estructurada, junto con mecánicas que premian la exploración y la atención al entorno, lo convierten en un título accesible pero lleno de profundidad. La experiencia de recorrer este mundo desolado, saltando entre ruinas y descubriendo fragmentos de historia, se enriquece aún más con el acompañamiento constante de Radio Nostalgia de Marte, que aporta contexto, emoción y una identidad sonora inconfundible.

Visualmente, el juego brilla con una estética inspirada en la animación tradicional de los 90, mezclando nostalgia con frescura. Y gracias a su edición física —cuidadamente curada por Meridiem—, The Cub también se posiciona como una pieza de colección digna de los jugadores más apasionados.

A pesar de algunos detalles menores en el control, su propuesta destaca por su coherencia artística, su mensaje y su atmósfera envolvente. Es un juego que no grita, pero que habla con fuerza. Que no necesita largos discursos para conmover. Y que, como su protagonista, avanza en silencio por un mundo roto, dejando huellas imborrables en quienes deciden acompañarlo.

 

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