My Monsters Vr hay juegos que te hacen escapar del mundo… y hay otros que te hacen mirarte por dentro, este pertenece a ese segundo tipo. Cuando me puse el visor y entré en su universo, no sabía que estaba a punto de vivir una experiencia más emocional que lúdica. No hay disparos, no hay puntuaciones: solo tú, tus miedos y una obra de arte que respira.
En este análisis te cuento cómo se siente enfrentar tus propios monstruos en realidad virtual, qué tiene de especial su propuesta artística y por qué me dejó pensando mucho después de quitarme el casco.
Qué es My Monsters Vr
My Monsters es un título de realidad virtual desarrollado por el estudio independiente Ludact, disponible para Meta Quest y SteamVR.
Se trata de una experiencia narrativa donde los “monstruos” no son enemigos tradicionales, sino manifestaciones de emociones humanas como el miedo, la ansiedad o la soledad.
En lugar de ofrecer acción frenética, My Monsters propone algo más íntimo: explorar mundos pintados a mano mientras aprendes a convivir con tus emociones.
Ludact: un estudio que pinta emociones en VR
Lo primero que me llamó la atención es el enfoque del estudio. Ludact no sigue la fórmula de la mayoría de desarrolladores VR; ellos vienen del mundo del arte digital y la animación, y se nota.
Su filosofía gira en torno a la idea de que la realidad virtual puede ser más que un medio de entretenimiento: puede ser un espacio de expresión personal.
Esa visión se siente en cada detalle de My Monsters: desde los trazos del escenario hasta la manera en que los sonidos parecen hablarte directamente al oído.
No buscan deslumbrarte con tecnología, sino hacerte sentir algo real. Y lo consiguen.
Una historia que no se cuenta: se vive
No hay narrador, ni textos largos explicándote lo que pasa. My Monsters te deja interpretar lo que ves.
Tu única compañía es una criatura llamada Moti, que representa el valor y te guía por un mundo fragmentado, habitado por seres que encarnan tus emociones reprimidas.
Cada nivel refleja una parte del viaje interior: el miedo, la ansiedad, la esperanza, la aceptación. Y aunque no hay un guion explícito, las sensaciones son tan potentes que entiendes lo que el juego quiere decir sin necesidad de palabras.
Un arte que parece pintado en el aire
Visualmente, My Monsters es una obra de arte en movimiento. Sus escenarios parecen acuarelas flotando en tres dimensiones, creadas con la herramienta Quill VR.
Las formas son irregulares, los colores cambian con la emoción del momento, y cada trazo parece tener vida propia.
Cuando atraviesas una zona dominada por la tristeza, los tonos se apagan; en la ansiedad, los colores vibran y el mundo se deforma; en la esperanza, todo brilla con luz cálida.
No exagero si digo que es uno de los juegos más artísticamente coherentes que he probado en VR.
El sonido: el verdadero narrador invisible
Si hay algo que eleva la experiencia, es el diseño sonoro.
Cada paso, suspiro y eco tiene un propósito emocional. No es ruido ambiental: es una conversación silenciosa con tus miedos.
El audio 3D está perfectamente implementado. A veces oía un susurro a mi espalda y me giraba, otras el silencio me envolvía con más fuerza que cualquier música.
La banda sonora, minimalista y casi melancólica, acompaña los momentos clave sin distraerte. Es de esas que no puedes tararear… pero se te quedan grabadas.
Para mí, My Monsters no se juega solo con los ojos, sino también con los oídos y el corazón.
Jugabilidad: simple, simbólica y sincera
A nivel mecánico, el juego no pretende innovar. Caminas, exploras, resuelves pequeños puzles y te enfrentas a criaturas que representan emociones concretas.
Los combates no son difíciles, pero visualmente son un espectáculo. El entorno se deforma, los colores se agitan y todo parece reflejar lo que sientes en ese momento.
Los puzles funcionan más como pausas narrativas que como retos. No se trata de “resolver” algo, sino de conectar con lo que el entorno intenta transmitir.
La parte menos brillante está en el control y movimiento: no hay teletransporte ni control por manos, y se echan en falta más opciones de comodidad. Aun así, la optimización en Meta Quest 3 es impecable: fluido, estable y sin tirones.
Duración y ritmo My Monsters Vr
Terminarlo me llevó unas cinco horas. Es corto, sí, pero tiene el tamaño perfecto para el tipo de historia que quiere contar.
No hay relleno ni misiones innecesarias. Cuando termina, sientes que la experiencia ha dicho todo lo que tenía que decir.
Hay algunos coleccionables escondidos que aportan contexto, pero el verdadero valor está en vivirlo una vez, con calma, más que en repetirlo.
Reflexión final My Monsters Vr: juego con alma
Cuando terminé My Monsters y me quité el casco, tuve una sensación que pocos juegos logran: silencio interior.
No porque fuera triste, sino porque me hizo pensar.
En mis propios miedos, en cómo los enfrento, en cómo la VR puede ser mucho más que un simple entretenimiento.
Más experiencia artística que videojuego, pero una de las más memorables que he tenido en VR.
No todos los títulos necesitan acción ni realismo extremo. Algunos, como este, solo necesitan honestidad emocional.
Si buscas una experiencia VR que te toque de verdad, My Monsters es un viaje que vale la pena vivir.
Dónde conseguir My Monsters Vr
My Monsters está disponible en la Meta Quest Store y en SteamVR, con un precio aproximado de 17,99 €.
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My Monsters Vr
PROS
- Dirección artística única: cada escenario parece una pintura viva en movimiento, con un estilo que no se parece a nada más en VR.
- Diseño sonoro inmersivo: el audio 3D y la música minimalista transmiten emociones de forma magistral.
- Narrativa simbólica y emocional: no te dice qué sentir, te deja descubrirlo.
- Optimización excelente en Meta Quest 3: fluido, sin caídas de rendimiento ni bugs notables.
CONS
- Controles algo limitados: faltan opciones de locomoción y control por manos.
- Duración corta: se completa en unas 5 horas, sin mucha rejugabilidad.
- Poca variedad en algunos tramos: ciertos combates y puzles se sienten repetitivos.
- Momentos narrativos poco desarrollados: algunas emociones podrían explorarse más.